El amor puede llegar a ser más complicado de lo que imaginamos. Es increíble cómo el sentimiento que nos proporciona mayor estabilidad emocional y extenuantes momentos de alegría, pueda convertirse al final en un arma tan letal. Hablo de ése final de una relación, donde lentamente se desmoronaran un sinfín de expectativas, entregas, esfuerzos y comprensión.
El ser humano parece estar equivocado cuando piensa que un final siempre trae dolor. ¿Qué despierta tanto odio en donde solo podía haber espacio para el amor? ¿Todos los finales son iguales? Solo por el hecho de ser el cierre de un ciclo ¿Implica sufrimiento?
Es tan difícil tomar decisiones cuando no se piensa con la razón, o cuando es precisamente la razón la que no sabe qué hacer. Pero, es mas difícil aún, saber que todos los seres humanos sentimos miedo. Pero no logramos aceptar que tal sentimiento de miedo es el gran paso para cambiar y, a la vez, el impulso o la fuerza para transformarnos; el problema está cuando nos enfrenamos a una fuerza negativa, de aquellas que nos ahuyentan, nos hacen retroceder y, en vez de dar alivio, nos produce decepción. Decepción de no tener la capacidad de canalizar las energías y enfrentar el miedo: ¿Qué persona es tan débil para no poder darle la cara a las situaciones difíciles? Pero ser fuerte también quiebra y destruye el interior. Una persona que siempre es fuerte, pronto revienta. No hay quien crea, o es muy poco probable, que alguien después de varios golpes puede seguir teniendo la misma capacidad de curarlos. A veces las curas se acaban, se rompen, o no son las suficientes para borrar las heridas. Igualmente es bueno caer, para después levantarse y encontrar la verdadera paz con sí mismo.
Definitivamente no hay nada mejor que poder amar con sinceridad, pero es verdad que no hay nada peor que olvidar. ¿El olvido existe? No, es simplemente recordar sin dolor. Para unos es tan fácil ignorar el pasado, pero para quienes no es así, ¿Cuál es la solución? Siempre nos sorprendemos por las capacidades que tenemos para aprender, descubrir, indagar, experimentar, observar… Pero esas mismas capacidades son las que nos atan al pasado, pues es difícil dejar de relacionar un momento, un detalle, una canción, con todo lo vivido al lado de un ser amado.
Es verdad. A veces las respuestas están en nosotros mismos, pero nadie sabe si después vamos a tener la razón. El arrepentimiento es el sentimiento más impotente y arduo de curar, por eso, ¿vale la pena reaccionar? Creo q a veces aquella frase, “tal vez la respuesta sea no preguntarse por qué”, es mejor. Lastimosamente hay veces en que es necesario mirar el problema a la cara y dejarlo ir. Cuando dejas ir a una persona que te hizo ver la vida de una forma diferente, que demandó tanto de ti, y con quien te proyectabas a un tiempo residente en la lejanía, sientes que cada parte del corazón se vuelve un pequeño trozo de un rompecabezas que tardará mucho tiempo en volverse a armar. Por eso no sabes si es mejor empezar de nuevo o enmendar las piezas que se han ido lastimando; el problema está en que esas enmendaduras pueden ser tan frágiles, que cuando creas que el rompecabezas pueda volver a ser armado, ya va a ser muy tarde.
Simplemente es mejor dejar ir a tu pasado, si está destinado a tu futuro. Seguramente volverá, si no, cumplió su misión y fue tan perfectamente realizada que ya no lo necesitas más. El mundo gira constantemente y tal vez, cuando los caminos de los dos vuelvan a encontrarse, después de haber dado la vuelta que tenían que dar, con el tiempo adecuado, vas a entender que las cosas que son para ti, lo serán ayer, hoy y siempre. Si al cruzarse en una nueva oportunidad, parecen perfectos desconocidos, tendrás el rompecabezas armado.
El que no arriesga, no gana. El que no pierde, no aprende. El que no saca fuerza de sus debilidades, no es valiente.
Carolina Muñoz
Colaboradora LA LUPA
caro_ms10@hotmail.com
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