Mis buenos amigos de LA LUPA me pidieron que escribiera un artículo “objetivo” sobre fútbol. Y yo les dije: “eso es imposible”. Escribir objetivamente sobre el deporte más del carajo del mundo, netamente, no se puede. Si la camiseta de uno es roja, el artículo será rojo; si la camiseta de uno es azul (por fortuna no), entonces el artículo será azul. Y si la camiseta es verde...no nada puede ser verde.
Lo que sí se puede hacer es escribir un artículo para que rojos, azules, verdes y amarillos lean y se enteren de lo que el pasado miércoles sucedió en el Estadio Nemesio Camacho “El Campín”. Sin importar, ahora ni color ni raza, lo que vivimos los 42.000 espectadores en carne y cuero propios es digno de ser contado. Y en ningún momento para alabar al único equipo de la Capital que está en los cuadrangulares finales, ni para decir que a Agustín Julio no lo dejamos ir para ningún lado después de que levantemos la copa.
Es digno de ser contado para cualquiera que haya movido un balón, para cualquiera que grite un gol desde el alma, o para cualquiera que jamás haya visto vestido de rojo santafereño el campín (como no sucede con frecuencia, debemos aceptarlo). Y cuando pasa: estalla, grita, campanea, abuchea, llora, reza (y sí que rezamos el pasado miércoles), salta y celebra. Y así pasó.
“Lo vi, desde esta misma tribuna, campeón hace 34 años” me dijo mi compañero de fila, cuyo nombre no alcancé a oír. Y luego, lloró. No importa si da estrella o no, no importa si cuenta o no; lo que importa es la manera como un balón está en capacidad de contener emociones y sentimientos, de cómo un balón lo logra todo. De cómo un balón y un equipo de fútbol se convierten en el hilo que sujeta a miles y millones de personas. De cómo en 90 minutos (más los penaltis) la gente se olvida de todo: de las deudas, de los problemas, de la oficina, de la mamá o el papá (si es del equipo contrario) y de cómo, en medio de un partido de fútbol la gente es feliz. Y de cómo el sistema telefónico celular colapsa. Y de cómo te escriben papelitos en el recorte de periódico que tienes en la ventana de tu oficina con el titular “Rojo hasta el alma”.
De esto se trata el fútbol, de esto se trata este artículo. De la felicidad. Y es que se es muy feliz cuando las calles y avenidas de cualquier ciudad del mundo se tiñen de un mismo color, y cuando pareciera que nada importa, que nada existe, que de nada hay que huir, ahí, en ese preciso instante alzamos la copa. La copa del fútbol. La copa de la felicidad.
Juan Sebastián Sabogal
Periodista Invitado
LA LUPA
Qué artículo más honesto. Transmite la fibra de este deporte tan maravilloso. Felicitaciones colega!
ResponderEliminarLuis Gabriel Ángel