sábado, 19 de diciembre de 2009

Deportes - EXISTE la verdad y LA VERDAD

Subjetiva y por ende acomodada, así hacen ver a la verdad en la famosa serie animada The Simpsons, y no están lejos de la realidad. Extraje esta frase de un capítulo que me llamó tremendamente la atención porque hasta la misma verdad tiende a tener dos lados, como una moneda. 



Uno de los principios de la lógica socrática es que una verdad a medias es una mentira, y eso la hace una falacia en sí misma. La moneda de cambio en la FIFA es una de cuero. 


Y como de moneda y dinero es el asunto, no hay mejor ejemplo que el tema del momento en los deportes: el Mundial de Clubes, que culminará el próximo sábado una vez más con el ya anunciado enfrentamiento entre el representante de la UEFA, el FC Barcelona; y el de la Conmebol, Estudiantes de La Plata. 


Pareciera como si el señor Joseph Blatter, presidente de la FIFA, fuera un aprendiz de Julio Jiménez, Mauricio Navas o Bernardo Romero, todos muy buenos en lo que hacen, y que la FIFA parece empeñado en seguir haciendo: alargar los torneos, como novelas, pegados de los intereses extradeportivos y, por qué no, de la monumental teta de los jugosos patrocinadores y las suculentas cifras de dinero por concepto de boletería.


Señores de la FIFA, hablen claro: por qué no decirle a la gente que la tradicional Copa Intercontinental de Clubes ya no era el negocio redondo de hace unos años, hasta el punto que su patrocinador principal, Toyota, retiró más del 50 por ciento de su apoyo monetario al torneo como consecuencia de la crisis económica global, y que por eso decidieron abrir las puertas del certamen a los discriminados representantes de de la OFC -Asia-, de la CAF -África- y de la Concacaf -Centro y Norteamérica-, de un momento a otro. 
Cuando la FIFA llevó el Mundial de Clubes a los Emiratos Árabes Unidos lo hizo con el pretexto de “internacionalizar” la influencia del fútbol en los países menos tradicionales, pero en realidad se trató de una represalia contra Toyota por haber disminuido en más del 50 por ciento la suma del patrocinio al torneo, que antes se realizaba en Japón, la casa matriz del fabricante de automóviles. 


Por qué no decir que esta ha sido la jugada truculenta más exitosa de los últimos años de gestión de Blatter, que de paso calló los señalamientos susurrantes de discriminación hacia los equipos asiáticos y africanos, logrando más votos a favor de sus iniciativas ante el órgano rector del fútbol; votos provenientes de dos continentes renuentes en cuanto a su participación en los comités, siempre votando en blanco y dejando a las bien conocidas maquinarias sudamericanas y europeas el poder.


Más sabe el diablo por viejo que por diablo, dice el adagio popular. Blatter no da puntada sin dedal. Sabiendo que los jeques son los dueños del dinero, les llevó el Mundial de Clubes, como en su momento lo hicieron Max Mosley y  Bernie Ecclestone, presidentes de la FIA y  de la Fórmula 1, respectivamente, con el flamante Gran Premio de Abu Dhabi.  


El suizo Blatter alardea de llevar a cabo iniciativas en pro de la internacionalización del fútbol, con equidad y respeto a las confederaciones asociadas, pero a dónde queda ese factor de igualdad cuando vemos a los representantes de las ya mencionadas África y Asia siendo los teloneros de los opulentos equipos de la UEFA y la Conmebol en los torneos internacionales.


No sé hasta qué punto sea equitativo invitar a los representantes africanos y asiáticos a ser los equipos sparring del torneo, mientras que los equipos de la UEFA y la Conmebol llegan con el camino labrado por sus teloneros. Es necesaria la realización de un sorteo justo e igualitario, con un número de equipos par que permita hacer rondas de clasificación accesibles a dichos equipos subyugados a las rondas definitivas.  


¿Qué necesidad hay de dilatar los procesos? Señores: no le vendan más humo a la gente, y si les es tan necesario tener, como siempre ha sido, a los sudamericanos enfrentándose a los europeos, háganlo, pero de frente y sin alargar el final de la novela. No más cinismo, soportado en el repugnante argumento de querer hacer del fútbol un deporte accesible a los menos tradicionales como los africanos y los asiáticos.  





Edwin Díaz Palma
Periodista LA LUPA
lalupaopinion@gmail.com


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