Equipos de gran participación en el torneo regular han sido víctimas de este sistema de competición caprichoso por cuenta de las matemáticas, que se hacen cómplices de quienes logran entrar en el litigio arañando esos últimos lugares. Ya adentro de los cuadrangulares, ganar un partido por cuenta de los innumerables errores arbitrales o por los despistes del rival, se convierten en el trampolín para hacer de toda una campaña mediocre, la más memorable por cuenta de una estrella más que se le adhiere al escudo. Injusto, claro.
Cualquiera de los dos finalistas merecía ser el campeón, pero el destino quiso premiar la tremenda regularidad del equipo dirigido por Leonel Álvarez, quien parece dirigir al DIM como si jugase aún: siempre con el orden táctico que expuso en sus mejores años en el mediocampo de la Selección Colombia y en los clubes por donde pasó.
El argumento irrefutable de Álvarez fue el equilibrio entre líneas. Logró engranar una máquina compuesta de defensas con experiencia, como Bobadilla y Vanegas, quienes brindaban seguridad para la salida de un medio campo dirigido por John Javier Restrepo, para luego lograr definición de los pies del goleador Jackson Martínez, quien superó el record goleador de Leider Preciado en torneos cortos (18 goles).
Felicidades para el DIM, y un especial reconocimiento para el Atlético Huila, que se ganó a pulso su figuración en la final, siendo protagonista de punta a punta en el torneo, además de haber sido un digno rival en la final más justa de los últimos años en el fútbol nacional. Los números no mienten, y ambos fueron los mejores del torneo regular.
Edwin Díaz Palma
Periodista LA LUPA
lalupaopinion@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario