sábado, 23 de enero de 2010

Opinión - INVISIBILIDAD SOCIAL EN COLOMBIA



Colombia parece ser un país individualista en cuanto  a que con problemas básicos  muestra una simple conformidad. La pobreza en el país es sólo el reflejo de la frustración por desarrollar esa mentalidad de una gran nación. Hay invisibilidad, pero se puede transformar en progreso. 




Desde hace ya varios años, es  evidente el índice de pobreza en el que vive diariamente Colombia. A pesar que para el año pasado, las cifras hayan reducido, el aspecto sigue siendo devastador e impresionante. Un hogar se considera en “estado” de pobreza cuando tiene ingresos que no sobrepasan Un Millón Cien Mil Pesos mensuales y se conforma por mínimo 4  personas.  En el caso que no existan ingresos suficientes para la adquisición de alimentos básicos (una canasta básica de alimentos esta estimada en Cuatrocientos Cincuenta Mil pesos para los cuatro integrantes), se habla de un hogar en estado de pobreza extrema o en situación de indigencia.

Está claro que en esta situación se presenta una directa violación a la dignidad humana, pues uno de los aspectos fundamentales dentro del ser humano es su bienestar. Para esto es básico la buena (sana) alimentación. Pero lastimosamente, todos los días, en las calles este fenómeno es inevitable. En el 2008 el índice de pobreza en Colombia fue de 46 hogares por cada 100. A pesar de que la cifra disminuyó en comparación a años anteriores, sigue existiendo un problema que parece reflejar la invisibilidad social de aquellos menos favorecidos.

Para muchos la solución es brindar una pequeña “limosna”, para otros es ignorar el momento cuando hay un encuentro con esta realidad. Esto ultimo, ya sea subiendo la ventana o evadiendo con la mirada. Pero ¿Es en realidad esta la solución o el principio del problema?

La invisibilidad social en Colombia, al parecer radica en que es un país con una sociedad netamente individualista. Es decir, que lo primordial es velar por si mismos y por quienes lo rodean. Lastimosamente no hay oportunidades laborales para todos, lo que implica que para muchos la mendicidad es la única solución para suplir dicha necesidad. Aquí es donde se encuentra el primer problema: a pesar de la existencia de los trabajos informales, que son inestables y pocos dignos pero finalmente luchados, no son en la mayoría de veces la opción tomada. Muchos prefieren el “camino fácil”, esto es la mendicidad o el robo. Todo parece ser mejor ante la idea de morir de hambre.

La cuestión esta en que el problema sigue existiendo; se presenta entonces una especie de conformismo. Este es un país conformado por millones de habitantes, y no se debe esperar a una tragedia como la de Haití para mirarnos como nación. La consciencia es algo que todos tienen, todos deben buscar o usar, pero no deben sentir que la solución es un momento, es vivir un tiempo corto y esperar al mañana. Debemos buscar un desarrollo o por lo menos nuestra dignidad y la dignidad del otro.

La cotidianidad en la que vivimos es un simple reflejo de la capacidad de apartar algo que duele pero que no somos capaces de arreglar. Es decir que si uno no tiene la solución o simplemente no le interesa, ¿Para que la enfrenta? Lastimosamente al prender el televisor para ver el noticiero, oir la radio o simplemente leer el periódico se da cuenta de millones de muertes por hambre, de personas desplazadas viviendo en calles, de niños sin oportunidades educativas y menos alimenticias, pero es algo que parece de la rutina. Noticias amarillistas por todos lados, pero que parecieran crear poca consciencia, mas bien como un bloqueo (de tanta información, poca compresión) o un simple “mejor hago otra cosa”, nuevamente ignorancia.

Pero, ¿qué pasa cuando estos medios masivos “bombardean” con algún acontecimiento varias veces? Es decir que en lo que  enfatizan los medios que “informan”, es en lo que a la gente realmente le interesa. Es curioso que realidades tan evidentes, tan diarias, tan cercanas, sean tomadas en cuenta cuando se hace un intenso énfasis en ellas. Muchas veces nosotros no tomamos la iniciativa, simplemente esperamos algo mas. Por ejemplo: las huelgas de los desplazados el año pasado en el parque de la 93. Al ser este un sector de visitas masivas y la “zona rosa” de la ciudad, se dio gran importancia al hecho. En ese momento si se evidencio un problema. Entonces, ¿Los llamados pobres deben hacer esta clase de acciones para ser escuchados o por lo menos vistos?

Lastimosamente es cierto, ignoramos lo que pasa porque quizá estamos muy ocupados pensando en el desarrollo, en nosotros mismos. Pero realmente podríamos pensar que no vamos a llegar a ninguna parte si seguimos haciendo invisibles a aquellos que vemos todos los días y mientras sigamos así a nosotros mismos. No nos vemos como personas, como seres capaces de dejar eso que nos bombardea o la cotidianidad en la que vivimos, porque es mucho más fácil conformarse, que arriesgarse a cambiar. Pero en este caso ¿Justifica que alguien (un otro) haga un cambio, a seguir en la espera o a que cada uno esté orgulloso de salir a la calle y admirar? Vivir en la cotidianidad es el camino mas fácil, pero no siempre el mejor; y el más satisfactorio, es aburrido y monótono. Los problemas están aquí, y ahora se deben enfrentar.



Finalmente, el problema esta en toda la sociedad, no se puede pretender tampoco que la solución sea la ayuda “espontanea”; No se quiere fomentar la mendicidad. Pero tampoco se puede tener una mente tan cerrada y corrupta: ¿Cómo es que un país que se vende como de “gente linda y cálida” y hayan personas capaces de robarse lo de quienes en verdad lo necesitan? Si, eso pasa aquí y ahora. Si pensamos en privatizar las playas para acercarnos a esa Colombia “linda”, limpia y organizada, debemos también empezar a pensar en el presente más próximo, en eso que vemos al salir de nuestras casas. Ya tenemos las ganas, la actitud, la mentalidad, dejemos la ignorancia.



Carolina Muñoz
Periodista invitada






Fuente fotografía sumario: http://ovario.files.wordpress.com/2009/12/73-pobreza2.jpg




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