Al sol de las últimas determinaciones de las directivas de la Casa Editorial El Tiempo, tales como acabar con la revista Cambio y el despido injustificado de periodistas, sale a relucir una vez más el manejo truculento y la violación de la libertad de prensa por parte de los responsables del medio.
En las facultades de comunicación de nuestro país el Manual de redacción del periódico El Tiempo es puesto como uno de los principales ejemplos de correcta redacción y ética periodística a seguir. Ahora vemos cómo se convirtió en un librillo lleno de buenas intenciones incumplidas, frases y palabras bonitas acerca del quehacer periodístico, que no pasan de ser eso: palabras bonitas, o de otra manera, letra muerta, como las leyes en nuestro país.
“EL TIEMPO es un periódico de carácter liberal, independiente, cuya misión consiste en informar a los colombianos –cada 24 horas– sobre lo que acontece en la ciudad, en el país y en el mundo, de manera oportuna, objetiva, imparcial y veraz. También tiene la obligación de orientar a la opinión pública, dentro del marco previsto en la Constitución y las leyes.” Hasta a dónde puede llegar el cinismo de este medio, que promulga idoneidad y respeto a las libertades, cuando lo de independiente, objetivo, imparcial y veraz no son más que una lista de valores periodísticos violados por toda clase de directivos manipulados, y con pleno conocimiento de ello, y de hecho.
Ahora, hablan de la Constitución y las leyes, pero no saben nada acerca de ello, al menos en lo concerniente al derecho que tiene un empleado a ser informado oportunamente de las razones de su despido. Claudia López podría dar fe de ello fielmente, a quien se le sacó a la fuerza del medio por haber expresado su indignación por cómo se manejaba la información en este medio, siempre a favor del precandidato presidencial –y copropietario del periódico– Juan Manuel Santos. Una de las tantas descabezadas por cuenta de la denuncia, objetivo y fin social del periodismo responsable.
“EL TIEMPO desarrolla su misión en ejercicio de la libertad de prensa, cuya vigencia inalterable es exigida y defendida por el diario, dentro del marco democrático y en acatamiento a las autoridades debidamente constituidas.” Más letra muerta, ¿o es que acaso acabar con una de las revistas más importantes en el ámbito investigativo en nuestro país, como lo era la revista Cambio, es una muestra de respeto por la libertad de prensa? Y como en este diario la costumbre es descabezar periodistas, el director de la revista, Rodrigo Pardo y la editora general, María Elvira Samper, fueron despedidos por la puerta de atrás.
El panorama periodístico en este país se torna negro para quienes denuncian y contribuyen así a un país mejor. Los intereses políticos encubiertos en los medios de comunicación como sus portavoces son sólo el preámbulo del negocio redondo que representa apropiarse truculentamente del cuarto poder. Farsantes y canallas usurpadores de comunicadores y periodistas de bien.
El tono y la manera de expresar la opinión, siempre y cuando no dañen a nadie, hacen parte de esa misma libertad: la libertad de expresión mediante la prensa, que siempre ha de permanecer libre de intereses diferentes del bien común.
Hoy, esta prensa corrupta y despreciable es vista con buenos ojos por sus apólogos y por un amplio sector de la opinión pública, que sucumbe en la ignorancia inducida. En otras palabras, la prensa libre se va al traste.
Edwin Díaz Palma
Periodista LA LUPA
lalupaopinion@gmail.com
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