Mientras el Estado lleva varios años debatiendo la controversial licitación de un tercer canal privado en Colombia, más de 700 medios comunitarios luchan a diario contra la extinción de sus canales de expresión e información social, a causa del insuficiente apoyo gubernamental y una sociedad indiferente.
Bajos presupuestos de operación que les reducen la competitividad ante los medios masivos de comunicación, una desarraigada cultura de consumo informativo de los colombianos y exiguas legislaciones para trabajar, son los factores más limitantes que confrontan los medios comunitarios en Colombia.
Con pretensiones de llegar a los oídos, ojos y manos de todos los colombianos, son grandes las esperanzas e inmenso el objetivo por el que miles de personas en la nación dedican sus vidas desde los medios locales, con la única retribución de sentirse satisfechos por el aumento de números en un contador de visitas web, la circulación de un impreso o la difusión de una señal radial o televisiva al interior de una comunidad.
Grupos intelectuales apasionados por la comunicación, desempeñan sin descanso una labor que pocos aprovechan. Desde pequeños cuartos oscuros, salones comunales y oficinas independientes, los medios comunitarios se conforman en canales de enaltecimiento cultural, defensa y promoción de los derechos humanos y construcción de respeto, solidaridad e integración social.
La esencia de lo comunitario.
Finalizando el siglo XX, personas comprometidas con el desarrollo humano y su vida en sociedad, adoptan una tendencia europea de comunicación local en Latinoamérica. Países como Venezuela, Ecuador, Perú y Colombia protagonizan un importante auge de creación de canales comunicativos con influencia dentro de una determinada comunidad o grupo social.
Más que un paso temporal del periodista dentro de su carrera por conseguir experiencia de su ejercicio que le facilite luego un cargo en un medio masivo, los medios comunitarios se constituyen sin legislación alguna, basando su necesaria existencia en la construcción y soporte de una sociedad y su respectiva cultura.
Siendo medios con un acercamiento extremo a las personas por su pequeño campo de acción, estos comienzan a desarrollarse como agentes de cambio en los imaginarios de cada individuo, elaborando una identidad cultural única que promueve la solidaridad, en sociedades caracterizadas por su carencia de sentimiento colectivo.
Mediante la prensa, radio y televisión posteriormente, los medios locales lograron incidir en una cohesión social entre el individuo y su entorno. Las denuncias y mensajes que a diario llevan, implican al ciudadano común y corriente dentro de las problemáticas nacionales, vistas desde su mejor punto de entendimiento: su barrio, sus vecinos, su cotidianidad.
Los medios comunitarios se han identificado como entes de desarrollo de la libre expresión y su gran objetividad para tratar los temas que más interesan al ciudadano. Por tal razón, constituyen también una oportunidad para que la sociedad conozca diversos puntos de vista sobre políticas que inciden en ella. También, a través de los años se han conformado como medios de denuncia, donde ponen en conocimiento del público injusticias e irregularidades que comprometen la comunidad. Así lo explica Arturo Huérfano, docente universitario e investigador de la comunicación social, señalando que “estos medios comunitarios son vitales para acercar las diferentes comunidades, generando democracia y libertad en la sociedad”.
Es claro que la existencia de diversidad de medios de comunicación en una nación, es un factor que beneficia el desarrollo puro de la democracia. Y los medios comunitarios tienen una gran misión en este ámbito: conforman entes de investigación, veeduría y denuncia, que protege a los colombianos de problemáticas como la corrupción y el detrimento de los derechos humanos. A diferencia de los canales masivos de información, la sociedad tiene un gran voto de confianza en los comunitarios, puesto que su condición de servicio social garantiza independencia gubernamental, imparcialidad y objetividad, que vela permanentemente por el cumplimiento de los derechos de un grupo significativo de personas y el desarrollo cultural del mismo.
Grupos protectores y sociedades indiferentes.
El compromiso de cualquier medio de comunicación es simple pero extenso: construir a la sociedad desde el aprendizaje y el entretenimiento. Los de carácter comunitario son herramientas culturales inimaginables que bajo la pedagogía mediática logran componer imaginarios y comportamientos sociales; pero son propensos al desinterés de consumo, su peor pesadilla. Al no contar con la cantidad de dígitos que deberían tener en sus cuentas bancarias, los medios locales producen contenidos limitados por la tecnología, que aunque contengan excelentes temáticas y objetivos sociales, las personas al fin y al cabo prefieren consumir lo que ven más ‘bonito’ o, igualmente, lo que más divertido les parece. De tal forma, la misma comunidad se encarga de ‘cavar el hueco’ donde podrían morir los medios que más se dedican a ella, quedando así desprotegida ante la industria comercial de la cultura que construyen los medios masivos. “Dependiendo de cuáles sean los intereses que estén detrás de los grandes medios de comunicación, hacia allá se orienta todo el proceso de modelación de la conducta y pensamiento social”, señala Benítez.
Determinante ha sido la labor del grupo humano de ‘Red Social’ en el ámbito de los medios comunitarios capitalinos. Producto de un trabajo que hicieron con más de 140 medios de comunicación en Bogotá, nacieron factores de peso que permitieron presentar ante el distrito un proyecto que se convirtió en la expedición de la política pública distrital de medios de comunicación comunitarios, a través de los decretos 149 y 150 de 2008. Con esta legislación ejemplar en Latinoamérica, aunque todavía insuficiente, “se le brindan garantías a los procesos sociales que subyacen alrededor del tema de la comunicación –comunitaria-“, señala Raúl Benítez. De esta forma, se busca que los medios al servicio local de la comunidad, se consoliden y sean fuente de transformación social.
Actualmente, la fundación dirigida por Benítez trabaja en un borrador que permita tramitar en el congreso de la república un proyecto de ley de iniciativa y comunicación ciudadana que incluya los medios comunitarios y alternativos en la sociedad, y les proporcione un tratamiento especial dentro de la legislación. Explica el fundador que “no se pueden dar las mismas condiciones a un canal de televisión comunitario y a RCN”, ya que las diferencias son gigantescas.
Como ‘Red Social de Medios de Comunicación’, contadas son las organizaciones de profesionales de la comunicación social, periodismo y ciencias sociales, que se dedican a la promoción y apoyo de los medios comunitarios en Colombia, dentro de su objetivo por explotar métodos comunicativos que construyan en la sociedad sentidos de vida separados de la tendencia consumista. Otro ejemplo de éstas, se llama ‘Sipaz’ (Sistema de Comunicación para la Paz), que conforma una red que articula información de medios comunitarios colombianos en un solo portal, con el fin de facilitar a las personas encontrar información producida desde sus barrios, localidades y municipios, a través de los medios locales.
Aún así, mientras unos sacrifican sus esfuerzos por el enaltecimiento de los medios comunitarios y la proposición legislativa por cubrir necesidades de los mismos, la cultura colombiana constituye la principal discriminación de la comunicación local, a la hora de consumir información. Sin considerar la importancia intrínseca de la función de estos medios, los colombianos siguen dejándolos a un lado de la autopista por la que transitan los rápidos automóviles de los medios masivos. Los días pasan y la audiencia de estos canales gestores de identidad colectiva disminuye constantemente; lo mismo comienza a suceder con sus protagonistas, que sentados en rechinantes sillas de madera escriben para un público fantasma.
Un invidente con visión comunitaria.
Entre radio, televisión, impresos y canales digitales, existen actualmente más de 700 medios comunitarios en Colombia; la mayoría de estos, luchan a diario contra la realidad de una sociedad indiferente y, consecuencia de lo anterior, un apoyo insuficiente por parte del Estado para su manutención y desarrollo. Por tal razón, llega el momento en que sus equipos periodísticos deben desprenderse de su esencia funcional en la comunidad y se ven obligados a seguir el camino que la ignorancia colectiva les pide: unirse a la industria cultural de los medios masivos de comunicación, donde prima el entretenimiento sobre la idiosincrasia nacional.
Pero tercos o no, líderes de la comunicación comunitaria no desfallecen ante la esperanza de una transformación social, donde exista un consumidor de información interesado por el desarrollo colectivo de su entorno, y encuentre en los canales locales el espacio perfecto para su ideal de progreso humanitario.
Un invidente con visión comunitaria es Nelson Julián Villamizar (Foto), quien hace poco más de ocho años fundó el primer periódico para personas con discapacidad en Colombia. Bajo el nombre de ‘¡Proclama!’, este periódico de doce páginas que maneja una circulación de 10 mil ejemplares , se esparce rápidamente por las alcaldías locales de Bogotá, para llegar gratuitamente a todas las personas con algún tipo de discapacidad que se interesan por informarse sobre temas que influyen directamente a su comunidad.
Además de la versión impresa, el periódico ‘¡Proclama!’ se aprovecha de las herramientas tecnológicas que ofrece hoy en día internet, para publicar una edición que pueda llegar a todos los lugares del país y el mundo. Para los lectores invidentes, ofrece la posibilidad mediante un computador, de escuchar una voz programada que lee de manera asistida los contenidos de cada publicación mensual.
Este medio comunitario comandado por un grupo de personas ciegas, tiene como objetivo central la inclusión de la misma minoría a la que pertenecen dentro de la gran sociedad colombiana. Sin embargo, el periódico tiene una gran versatilidad al poner cartas en todo tipo de temas, que resultan interesantes hasta para quienes la vida privilegió con tenerlo todo y poder quejarse. “Buscamos la inclusión, mas no la separación. Nuestro ideal no es constituir un guetto de personas con discapacidad”, asevera su director general.
“Somos defensores de la causa, promovemos los derechos de nuestra población y tomamos partido”, justifica Villamizar cuando expone la contradicción que existe entre el fundamento del periodismo de la neutralidad, con el importante papel parcializado que debe adoptar un medio comunitario que lucha por los intereses de un determinado grupo social.
La sostenibilidad económica de los medios alternativos, se basa en su propia lecturabilidad. Sólo comprobando una considerable cantidad de lectores por edición, un periódico como ‘¡Proclama!’ logra vender la pauta publicitaria que le proporcione los recursos para seguir trabajando. Cuando no se vende, sencillamente no se publica. Es la ley que su director denomina “sal si puedes” referenciando una vieja canción del cantante Lucho Bermúdez.
Para los medios comunitarios obtener un apoyo económico por parte del Estado es más que una hazaña de por vida. En ese sentido, les va mejor a los que funcionan en la capital colombiana, puesto que es la Alcaldía Mayor de Bogotá la institución, que a partir de la promulgación de los decretos de política pública para los medios locales y alternativos, ofrece no muy cuantiosas sumas de dinero para la inversión en este ámbito. Al sorteo se accede en forma de licitación. Según Nelson Villamizar, esta entidad estatal es la que más ha avanzado en la planeación y gestión de garantías para medios de comunicación sociales, puesto que el presupuesto de 200 millones que tenía para estos sorteos en un principio, ya se ha incrementado hasta el punto de alcanzar los mil millones de pesos el año pasado.
Para Villamizar la esencia de su trabajo en la comunicación comunitaria corresponde a “la democratización de la información y la opinión pública”, ya que una sociedad no puede estar sujeta a un monopolio de medios de comunicación, que siempre va a tender estar liderado por los medios masivos. Como sabemos, las grandes empresas de medios informativos en Colombia dependen directamente de grupos económicos y políticos que no garantizan la libertad de expresión y están ligados a la censura.
Mientras la Comisión Nacional de Televisión discute durante años la multimillonaria licitación del tercer canal privado en Colombia, cientos de terceros canales y medios comunitarios colombianos en general sienten cómo la muerte comienza a retumbar en sus escritorios, cámaras y micrófonos, al no saber a ciencia cierta hasta cuándo podrán sobrevivir con los diminutos ingresos que registran. Posiblemente si el gobierno le diera mayor protagonismo a los medios alternativos, con lo que piensa gastar en un medio masivo comercial, podría proporcionarle el desarrollo a todos los medios sociales del país; podría consolidar a Colombia como un ejemplo de democracia mediática; podría posicionar sus producciones comunicativas como las mejores del mundo; podría sacar los medios comunitarios de la agonía en la que se ven envueltos.
Esteban Alvarán Marín
Periodista LA LUPA
lalupaopinion@gmail.com
Fuente imagen sumario: cs231109argcom.jpg
Fotografías cuerpo de texto: Esteban Alvarán Marín.
La información es interesante, pero lo veo más como un ensayo que como un artículo periodístico.
ResponderEliminarnolecreemosarcn.blogspot.com
ResponderEliminarAnónimo, agradezco su comentario. Posiblemente su percepción del artículo como un ensayo, se debe a que es un reportaje. Pero finalmente lo importante es que el mensaje le haya llegado; los medios comunitarios son parte esencial de nuestra sociedad y estamos dejándolos morir, aún cuando se puede llevarlos a su máxima expresión.
ResponderEliminarMuy de acuerdo con el periodista. Para salvar los medios comunitarios debemos actuar nosotros mismos: si no los consumismos les quitamos de raìz su oportunidad de cumplir con el inmenso objetivo esencial del impacto que producen en nuestra sociedad alterada y consumida por la globalizaciòn.
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