martes, 8 de junio de 2010

Medio Ambiente - 'EL NIÑO' MÁS TRAVIESO DE LA SABANA



Fuentes hídricas cada vez más secas, altas temperatura en el día, fríos intensos en la noche y heladas en la madrugada, son algunos de los cambios más notorios en la sabana de Bogotá como consecuencia del fenómeno de “El Niño”, las repercusiones sociales, económicas y ambientales se agudizan día a día.


Los tres últimos meses han traído consigo amplias pérdidas en diversos sectores de Cundinamarca, y este fenómeno da cuenta de la poca preparación de la región para afrontar una de las épocas más secas de los últimos años; que temporada a temporada se parece más a un circulo vicioso en el que miles de personas del centro del país resulta afectadas, pero que pocos son consientes de ello.  
  

Ausencia de agua

Según el Boletín  informativo No 10 del 4 de marzo de 2010, sobre el monitoreo del Fenómeno de “El Niño” del IDEAM, en los departamentos de la región Andina entre los que se encuentra Cundinamarca se ha identificado una disminución en el déficit de lluvias que alcanza entre un 40% y un 70% comparado con el mismo periodo del año anterior, lo que ha ocasionado problemas no sólo para la agricultura sino que en algunos municipios se ha generado desabastecimiento de agua.  

Según el director de la Unidad Administrativa de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias de Cundinamarca,  Jaime Matiz Ovalle, los municipios más afectados por el desabastecimiento de agua son La Mesa, Viota y Vergara.  Y esto ha constituido una de las preocupaciones más altas por los inconvenientes que causa en la población.

Para el Ingeniero Humberto Hernández de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, CAR, el nivel de los principales embalses de la región como el Neusa, Sisga y Chingaza, han llegado a niveles inferiores a los históricos alcanzando un 25% de su capacidad, lo que hasta el momento no representa mayor peligro para el racionamiento de energía, pero que de continuar la sequia es muy probable que algunos municipios deban iniciar con este proceso.

Otro de los hechos más impactantes en el área ambiental son los incendios forestales que dejan como resultado 6.291 hectáreas destruidas entre el primero de enero y el 3 de marzo, convirtiendo a Cundinamarca en el tercer departamento más afectado a nivel nacional. El municipio de Úbala, es la zona con mayor  cantidad de áreas de bosque nativo afectada por incendios con un total de 1.782 hectáreas quemadas. 

“Los incendios forestales son nocivos para los ecosistemas ya que ocasionan una degradación de los suelos, destrucción de la flora y fauna y el tiempo de recuperación de la tierra puede variar entre 10 y 20 años dependiendo de la magnitud y profundidad de estos”, afirmó Gabriel Gamboa, profesor universitario de Cultura Ambiental de la Universidad Politécnico Grancolombiano. 

De acuerdo con los registros del IDEAM,  durante febrero algunas ciudades de la región Andina presentaron uno de los mayores ascensos de temperatura alcanzando valores por encima de los promedios históricos para este mismo mes.

Y consecuencia de ello es la situación actual de  los páramos que no han escapado a estos efectos y actualmente el departamento que reporta mayor número de hectáreas afectadas es Cundinamarca con cerca de 1.008. 


La economía de los campesinos, la más afectada.

Las altas temperaturas registradas en el día y las heladas en las madrugadas han sido los principales obstáculos para los empresarios agrícolas.

Según declaraciones de Rafael Mejía, Presidente de la Sociedad Colombiana de Agricultores, este Fenómeno ha impactado fuertemente el Altiplano Cundiboyacense y en particular la producción de los alimentos agrícolas de ciclo corto como el maíz, la papa y las hortalizas.

Por su parte Augusto del Valle, gerente de la Federación Colombiana de Productores de Papa, Fedepapa, dice que todavía  no se ha podido realizar el inventario de las pérdidas económicas generadas en este periodo, básicamente porque el problema todavía no se ha solucionado y por lo menos durante este mes continuará aumentando las pérdidas de los agricultores. 

La región de Guasca una de las zonas del país con mayor riqueza hídrica y que provee de agua la represa del Tomine, una de las principales fuentes de agua para el acueducto de Bogotá es uno de los lugares en donde el Fenómeno del Niño ha generado grandes pérdidas. 

Juan Manuel Escobar, es un campesino de esta región y narra que “Antes de empezar el verano en mi finca sacábamos 320 litros de leche diaria, hoy no llegamos sino a los 80 litros”, por cuenta de estos sus pérdidas mensuales oscilan entre 6 y 8 millones de pesos y dice que prefiere no sacar las cuentas exactas para no atormentarse más.

La falta de pasto y agua para alimentar  las vacas son sólo algunos de sus problemas, porque a esto se le suma la carencia de dinero con que comprar otro tipo  de alimentos como zanahorias para dar alimento a sus animales. El intenso verano ha generado que los precios de la carga de Zanahorita se hayan triplicado en tan solo  dos meses. 


Crece el problema social

Además de repercutir sobre la economía  y el medio ambiente el Fenómeno de “El Niño” ha traído consigo otros problemas a los habitantes de la Sabana, las pérdidas en los cultivos ha dejado sin empleo a miles de familia, como en el municipio de Úbate en donde según la Sociedad de Agricultores de Colombia alrededor de 20.000 familias que viven de la leche han sido afectadas.

La salud también ha constituido un problema para los habitantes de la Zona, según el boletín No 10 del IDEAM “el Fenómeno de El Niño favorece en algunas zonas  el incremento de enfermedades tropicales como el dengue y la malaria”.

Las oleadas de calor también  producen deshidrataciones, especialmente en esta zona del país cuyas temperaturas promedio es de 13,5 grados centígrados y en los últimos meses ha habido días en que la temperatura alcanzó los 25 grados centígrados. Para la doctora, María Rosa Acosta la exposición al sol produce insolaciones y trae consecuencias nocivas para la piel debido a los rayos ultravioleta. Los incendios por ejemplo también producen problemas respiratorios, en las personas que habitan cerca de las zonas quemadas. 

La baja producción impulsada por las pérdidas del sector agrícola  a causa de bajos recursos de los campesinos para invertir en nuevas cosechas, se ven reflejados en el incremento de los precios de algunos alimentos como la papa y las hortalizas.

En el mercado de Zipaquirá, Martha López comerciante de frutas y verduras asegura que el kilo de papa que en diciembre costaba $600, hoy alcanza la suma de  los $1000, impulsada porque la oferta de los agricultores ha disminuido en esta zona del país. 

De acuerdo con las últimas cifras del Sistema de Información  de Precios del DANE, los precios al consumidor durante febrero aumentaron un 0,83%. Los gastos básicos con mayores incrementos fueron: zanahoria (69,36%); papa (30,30%); otras hortalizas y legumbres frescas (25,81%); otras frutas frescas (11,86%).

La posición del Gobierno para atender esta emergencia, no ha sido la mejor, según describe Augusto del valle  “En esta oportunidad no hay subsidios ni compensaciones para los campesinos, la  única ayuda vigente es prorrogar los créditos para sembrar”.

Este argumento lo comparte Juan Manuel Escobar quien afirma que las ayudas no son las mejores y que el Gobierno ha solicitado que los campesinos reporten sus pérdidas, pero que los ellos no lo hacen porque posteriormente se aumentarán sus impuestos.

Entre tanto el medio ambiente continuará afectándose, la posibilidad de mejorar los resultados económicos de los agricultores será cada vez menor y los consumidores tendrán que seguir pagando los productos agrícolas a precios más altos.

Por ahora estos problemas se agudizan cada día más y la única esperanza es que este Fenómeno llegue a su fin, y que las lluvias vuelvan sobre la sabana, sin embargo las esperanzas parecen estar un poco lejos debido a que según los registros del IDEAM “El Niño” puede prolongarse hasta mitad de año.  




Marby Duarte
Periodista Invitada

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