Ya he intentado hablar con flexibilidad sobre Mario Vargas
Llosa y su inmensa obra literaria. Me he enfrentado a la difícil tarea de
condensar su sino literario, de realizar biopsias a algunos de sus libros y hasta analizar, a la luz de sus mundos y personajes,
la variedad de sus contenidos. Este año sucedió que al fin el escritor fue noticia y la gente embebida de sensacionalismo
no paró de hablar del “nuevo” Nobel de
Literatura peruano por una semana entera, y con él de esa promesa que siempre
le prefiguraba un reconocimiento semejante pero que, sin embargo, nunca hasta
el día de hoy fue al fin tan real, justo y merecido.
Entretanto yo, un
lector más de los libros del arequipeño, creo que el año del autor de La tía
Julia y el Escribidor, Pantaleón y las Visitadoras, La guerra del Fin del
Mundo, La Ciudad y los Perros, entre otros, es una línea más bien curva,
sinuosa, que se despliega detrás de cada
una de las carátulas de sus incontables textos. El año de Vargas Llosa no fue
precisamente este dos-mil-diez, como tampoco fue el-año-de-la-Literatura-Latinoamericana
ni nada semejante: cualquier novela, cuento, poema, soneto y puesta en escena,
desde el momento que nace se nos empieza a escapar. Se reproduce en un mismo
gesto, se multiplica, contrae y escapa al tiempo. No es un año sino miles,
incontables, innombrables, los que hay detrás de cualquier libro y los que los autores llevan a cuestas, como
convincentemente nos lo explicó Hesse con eso de las mil edades. Cualquier otra
cosa es tan solo un protocolo.
Como toda génesis, aquí también se suele confundir la
afirmación con la reafirmación. Las
obras literarias deberían escapar a la vara de los galardones para asegurarse
cierta supervivencia. Porque escribir
hoy en día de literatura o de cualquier otro tema se vuelve riesgoso en tanto que todos reclaman fuentes
de autoridad, sellos de calidad. Todos hablan de Vargas Llosa y, sin embargo,
desde mi perspectiva, los que mejor lo hacen son sus historias, no la
estatuilla del Nobel. De él dan cuenta sus propias creaciones, personajes como
Pedro Camacho, Lucho Abril Marroquín, El Jaguar, y no propiamente la Academia
Sueca. Los años que le pertenecen están condensados en el itinerario de
Pantaleón y las Visitadoras, o en los ocasos peruanos que atravesó en busca de
un sacerdote que lo casara para siempre con la tía Julia. Solo allí se mide su
tiempo y se le encuentra en su faceta más sincera.
Efectivamente este pudo ser el año del escritor peruano en
primera plana, encabezando noticias fantasmas -al mejor estilo de Joyce- del
periódico de ayer eternamente olvidado y desechado por Héctor Lavoe. La
historia hace lo suyo y sí, para hacer justicia a los que creen en la infalibilidad
de los galardones, digo que efectivamente el nobel no podría estar en mejores manos. Sin embargo, sigo prefiriendo dejar la obra
de Mario Vargas Llosa en el cofre de los hallazgos más preciados, de las re-revelaciones,
para nunca despojarla de su carácter universal. Entender sus libros y sus
logros como aquella muestra de la cultura de todo un continente que palpita y
vive que logró, por su propio ímpetu y a través de este gran intérprete, ascender al firmamento de las mejores obras del
pensamiento de todos los tiempos.
Andrés Pardo Quintero
Columnista invitado LA LUPA
andresfelipepq@hotmail.com
Andrés me parece exclente el tributo a la obra de uno de los escritores más importantes de la historia de latinoamerica.
ResponderEliminarLa saco del estadio.
ANDRES EN ESTE CASO ES LA OPORTUNIDAD DE AÑADIR UN PENSAMIENTO A LA LITERATURA Y EN ESTE CASO A UN PENSAMIENTO CONCLUSO INDESCIFRABLE, HACIENDO UN TRIBUTO A LLOSA CON SU ORO=LETRAS OFRECIÉNDOLE MAS QUE UN PREMIO NOBEL, UNOS PÁRRAFOS HEROICOS, USTED LE DIO EL PREMIO A : A LA EYACULACION DEL ESPÍRITU DE VARGAS LLOSA
ResponderEliminarVargas Llosa, como Garcia Marquez, dos buenos escritores cada uno en su especialidad, pero pesimos analistas politicos, cada uno en su area: Vargas Llosa se dedico a ser el lambon de la derecha economica neoliberal y Garcia Marquez el sacamicas de Castro y su modelo latinoamericano de marxismo tropicalizado. Entre los dos personajes odiando el uno al otro y viceversa, lograron bajar el telon a los malos gobiernos de una y otra laya, con el resultado final de un continente dando tumbos y tumbos.... y los que faltan...
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